MARTHA PRADO

Martha Prado nació en Perú, en una sociedad profundamente marcada por el machismo. Desde pequeña, observó cómo las mujeres de su entorno eran subestimadas y relegadas a roles secundarios, mientras que los hombres, en lugar de desafiar esa mentalidad, la perpetuaban. Crecer en ese ambiente fue un desafío constante para Martha, quien, a pesar de las adversidades, decidió forjar su propio camino. Desde joven, supo que quería ser independiente y luchar por una vida mejor, pero el machismo que la rodeaba hacía que cada paso hacia adelante fuera una batalla.
Cuando Martha se mudó a Brasil en 1977, se enfrentó a nuevas dificultades. Fue abandonada por el padre de sus hijos, lo que la dejó en una posición extremadamente vulnerable como madre divorciada en un país extranjero. Sin una red de apoyo y sin dominar completamente el idioma, fue marginada y enfrentó el aislamiento que conlleva ser extranjera. La barrera del idioma y la falta de integración no solo afectaron su vida personal, sino también su vida profesional. En Brasil, como profesora de derecho, se encontró en un ambiente laboral donde prevalecían los hombres. Eran pocas las mujeres que lograban destacar en el ámbito del derecho, un campo dominado por el sexismo.
Durante su formación académica y su carrera profesional, Martha tuvo que enfrentarse a hombres que intentaban dificultarle el acceso a oportunidades. El camino hacia la obtención de su doctorado estuvo lleno de obstáculos, no solo académicos, sino también sociales, ya que el mundo académico, especialmente en el derecho, estaba diseñado para mantener a las mujeres en un rol subordinado. Sin embargo, Martha no dejó que esas barreras la detuvieran. Luchó con determinación para demostrar su valía en un entorno que intentaba minimizar sus logros.
La fortaleza de Martha provino de un pilar fundamental en su vida: su madre. Su madre fue la primera en romper con las ideas machistas y le inculcó el valor de la independencia y la autodeterminación. Este ejemplo fue clave para que Martha tomara una decisión crucial: dejar un matrimonio con un hombre que no la valoraba y que, al igual que muchos hombres de su entorno, se aprovechaba de la situación. Aunque la sociedad no veía con buenos ojos que una mujer dejara a su marido, Martha sabía que ese paso era necesario para su bienestar y el de sus hijos.
El camino hacia su independencia no fue fácil. Martha sufrió mucho a manos de su expareja, enfrentando deshonestidad y maltrato. Sin embargo, en lugar de dejar que esas experiencias la derrumbaran, las utilizó como lecciones de vida que compartió con sus hijos. Les enseñó a no repetir los errores que ella había vivido y a luchar por una vida de respeto y dignidad. La separación, aunque dolorosa, fue una solución que le permitió a Martha salvarse a sí misma y a su familia.
Una de las experiencias más impactantes para Martha ocurrió al separarse de su exmarido. Las palabras que él le dijo cuando se fue quedaron grabadas en su mente: “No te doy ni un mes para que tú me pidas de rodillas que vuelva a tí”. Esas palabras, lejos de debilitarla, se convirtieron en su mayor fuente de motivación. Le dieron la fuerza para criar a sus dos hijos sola en un país extranjero, sin depender de nadie más que de sí misma. Martha se propuso demostrar que era capaz de salir adelante sin la ayuda de un hombre y que podía brindarles a sus hijos una vida plena y feliz.
Con una determinación inquebrantable, Martha superó todas las dificultades que encontró en su camino. Nunca permitió que sus luchas personales afectaran a sus hijos, y siempre se aseguró de que ellos crecieran en un ambiente lleno de amor y apoyo. Hoy en día, Martha ha superado todos los obstáculos que la vida le presentó. Crió a sus hijos sola, completó su formación académica, y construyó una vida profesional sólida en un entorno que inicialmente parecía diseñado para excluirla.
Ahora, Martha se siente plenamente realizada. Ha demostrado, no solo a su expareja, sino a sí misma, que es más que capaz de lograr todo lo que se proponga. La historia de Martha es una historia de lucha, de resistencia y de triunfo frente a las adversidades. Su vida es un ejemplo de cómo, a pesar de los desafíos sociales, personales y profesionales, una mujer puede salir adelante, encontrar su propia fuerza, y construir una vida feliz para ella y su familia.